Francesco Versio Barbaresco

francesco versio

¿Puede haber un vino que represente la cortesía, la educación, el conocimiento, la habilidad y mucha, mucha energía? Esto es lo que se encuentra no en un solo vino, sino en un proyecto iniciado hace unos años, probablemente durante su adolescencia, por el joven Francesco Versio. En Neive, en la zona de Barbaresco, todo son palabras sobre su talento y compromiso, con mucha práctica y una ejecución firme y decidida para materializar en vinos de gran potencial su propio sello estilístico. Hoy trabaja en Figli Luigi Oddero como enólogo junto a Dante Scaglione.

Al relatar su viaje, no oculta su deseo de aprender una y otra vez de este gran maestro del Langa. Y escuchar esta pureza de alma es hermoso, una descarga eléctrica esperanzadora que ilumina la zona. Es como una luz que te proyecta al futuro, un rumor que crea movimiento. Y a esto hay que añadirle una capacidad de hacer que todo parezca sencillo, con una sonrisa, y con una sinceridad inclusiva de poder de quien quiere llegar lejos. El destino de Francesco está escrito en las raíces de los viñedos de su abuelo en los municipios de San Cristoforo y Currà, cunas de uvas que siempre han sido entregadas a Bruno Giacosa, a quien Francesco conoce bien. Aquí empezó todo: sus primeras vendimias, vinificaciones… su carrera, que floreció en 2015 cuando ganó el título de mejor enólogo menor de 35 años. Un galardón exquisitamente acorde con su forma de entender la viticultura. El premio Giulio Gambelli se concede a quienes interpretan la materia prima, la variedad, la añada y el terruño con “el máximo respeto”. Y cuando uno se encuentra frente a un enólogo con una visión clara, práctica y un conocimiento profundo de las capacidades cualitativas de su tierra, los resultados brillantes en las copas no deben sorprender. La primera etiqueta de Barbaresco de 2013 impresionó a la crítica, especialmente a la extranjera. Y en la cata de 2015, que procede íntegramente del cru de San Cristoforo, encontramos toques florales, un polvo de menta y pequeñas bayas azules, todo ello mezclado con una capa tánica incisiva que atrapa la materia, prolongándola con intensidad y frescura. Las siguientes añadas se siguen elaborando a pesar de las heladas y los malos años con uvas de Cotta, Starderi y Rombone (100% en 2017). El 2016 tiene una fruta más abierta, ligada a los taninos muy finos y ya sedosos que se extienden, ampliando el componente frutal con gran equilibrio. Un vino con un ritmo constante que no defraudará en futuras catas.

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